UniBo BA organizó el encuentro sobre Cohesión social y democracia en América Latina los días 28 y 29 de noviembre con el auspicio del Observatorio de las Relaciones Europa – América Latina (OBREAL/EULARO).
Acompañados por el Director de la sede de la Universidad de Bologna en Buenos Aires, Giorgio Alberti, participaron del encuentro Carlos Acuña de la Universidad de San Andrés, Julio Cotler del IEP Lima, Gabriel Kessler de la UNGS y CONICET, Enrique Peruzzotti y Juan Carlos Torre de la Universidad Torcuato di Tella, este último además chairman del encuentro.
Bernardo Sorj, del Centro Edelstein para la Investigación Social y Profesor de Sociología en la Universidad Federal de Río de Janeiro, enfatizó la necesidad de mirar a la región con nuevos lentes, ya que desde hace tiempo las ciencias sociales latinoamericana e internacional consideran a la región en términos prevalentemente negativos asociados a la desigualdad, la pobreza, la violencia organizada en la ilegalidad, la debilidad del Estado y de las instituciones de la democracia, entre otros temas. Se han descuidado así otros factores de cambio que a partir de la urbanización, la globalización, la expansión educativa, la comunicación y las reformas estructurales, están produciendo procesos inéditos de individualización y democratización de las relaciones sociales.
El autor puso de manifiesto en la reunión cómo en las últimas décadas han entrado en crisis factores de cohesión social de larga duración alrededor de los partidos, los sindicatos y las ideologías, y cómo están surgiendo actualmente nuevas promesas que se basan en el descubrimiento del individuo y de la ampliación del campo de la acción individual, sin que esto entre en contraposición con movimientos colectivos de protesta y articulación con las instituciones y el Estado, al cual se le exige que asuma el papel de garante de un nuevo pacto social entre ciudadanos libres e iguales a través de la ley y la protección social.
En síntesis, Sorj subrayó el modo en que están cambiando los mecanismos de cohesión social que, ante la presencia de estados débiles e instituciones precarias, se basan cada vez más en la acción individual y sus múltiples estrategias para producir desde abajo nuevas dinámicas sociales y políticas. Son estas dinámicas las que ponen sobre la mesa el gran desafío de las próximas décadas en América Latina: consolidar la democracia y las instituciones articulándolas con las presentes capacidades de acción de los individuos y los grupos, favoreciendo que el proceso de construcción de la democracia en torno al proyecto de la nación permita a individuos y grupos encontrar valores comunes y elaborar formas institucionalizadas de resolución de conflictos. En este contexto, el Estado deberá lograr proponer reglas de juego estables con las cuales los ciudadanos se identifiquen y se articulen en un doble proceso, desde abajo y desde arriba, para la construcción de una sociedad abierta en un contexto globalizado.
A partir de este planteo se desarrolló un intenso debate que valoró la novedad del cambio de enfoque presentado en el libro, al tiempo que se insistió en que el énfasis por describir «lo nuevo» no debe presentarse unilateralmente mediante la remoción de «lo viejo», que continúa existiendo y se manifiesta a través de los continuos fenómenos de la desigualdad, la pobreza, el crimen organizado, el tráfico de drogas, la debilidad de las instituciones y el surgimiento de nuevos fenómenos políticos que producen peligrosas fracturas en el tejido de la integración regional.
En conclusión, los participantes acordaron en que la nueva Institucionalidad no puede prescindir del reconocimiento de la democratización de las relaciones sociales, de los procesos de individualización y del reconocimiento de nuevos fenómenos de cohesión social tales como la cultura, las artes, la religión, las demandas compartidas en torno a los derechos humanos y la transparencia en las acciones del Estado.