24 de noviembre de 2010 − La cifra de nuevos infectados con SIDA cayó en un 19% desde 1999, año en el que se cree que la epidemia alcanzó su punto máximo a nivel mundial. Los políticos y científicos sugieren que se podría estar presenciando un cambio de rumbo en la prevención del contagio de la enfermedad y la reversión de la epidemia.
Mientras el mundo se prepara para conmemorar el trigésimo aniversario de la primera identificación clínica del VIH, nuevas cifras del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) proveen evidencia irrefutable que la enfermedad puede ser derrotada.
El informe anual del organismo sobre el estado de la epidemia mundial y nacional —dado a conocer ayer— proporciona nuevos datos de 182 países e incluye por primera vez las tendencias de más de 60 naciones y las listas país por país de los problemas clave que enfrentan las medidas contra este mal.
“Este debe ser uno de los informes más alentadores e importantes que hemos visto en años sobre el rumbo de la epidemia”, dice el Dr. David Wilson, director del Programa sobre VIH/SIDA del Banco Mundial y una autoridad líder a nivel internacional en epidemiología y prevención de esta enfermedad.
“Y, sin embargo, a pesar de las buenas noticias sobre la reducción de las infecciones por el virus, la incidencia sigue siendo inaceptablemente alta. Debe tenerse en cuenta que solo en Sudáfrica vive una de cada cinco personas con el virus y que aumenta la cifra entre mujeres de 35 a 39 años, mientras que el contagio permanece en niveles persistentemente altos entre los jóvenes”.
Wilson afirma que el documento muestra que 1,2 millones de personas adicionales están recibiendo terapia antirretroviral para salvar sus vidas, llegando a 5,2 millones la cifra total de infectados que se benefician con este tratamiento en países de ingreso mediano y bajo, lo que equivale a un aumento del 30% en comparación con 2008.
| Estudios del Banco en Malawi y Tanzanía muestran avances Wilson describe las nuevas cifras como un logro estimulante. Sin embargo, advierte que por cada persona en tratamiento, otras dos se contagian. Esto demuestra la importancia de una mejor prevención para desafiar y vencer a la epidemia. “Los países simplemente no pueden ganar frente a este tipo de proporción mortal y por eso debemos buscar nuevas formas de que la prevención funcione, porque nunca seremos capaces de salir de esta epidemia mediante el tratamiento”, dice Wilson, quien ayudó a poner en marcha dos nuevos estudios del Banco Mundial en la Cumbre del SIDA en Viena celebrada en julio pasado. Tales investigaciones demostraron que los pagos en efectivo otorgados a hombres y mujeres jóvenes en Malawi y Tanzanía resultaban en tasas significativamente menores de VIH y otras infecciones de transmisión sexual que en otros grupos de las mismas comunidades. En el estudio de Malawi, que el Banco realizó con investigadores de la Universidad George Washington y de la Universidad de California, las niñas inscriptas en el programa de transferencias en efectivo recibían pequeñas cantidades cada mes si asistían a clases en forma regular. Dieciocho meses después de comenzado el programa, las tasas de infección por VIH fueron un 60% inferiores a las del grupo de control que no obtuvo pagos. “Este tipo de planes podría convertirse en parte importante de las estrategias efectivas de prevención que ahora están faltando”, dice Berk Ozler, economista principal del Grupo de investigaciones sobre el desarrollo del Banco Mundial, quien condujo el estudio de Malawi con investigadores externos. “Estas comprobaciones sugieren que potenciar a las niñas económicamente también puede conducir a la reducción del riesgo, no solo por la disminución de su actividad sexual o por su práctica más segura, sino por permitirles elegir a parejas que tienen menos probabilidades de estar infectadas con el VIH”. Prevención es esencial en grupos vulnerables Según los expertos del Banco, es también una prioridad esencial para mejorar las estrategias nacionales prevenir nuevas infecciones entre los trabajadores sexuales, los usuarios de drogas inyectables, los hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres y otros grupos marginales. Un informe del Banco sobre Asia meridional, titulado Tackling HIV-Related Stigma and Discrimination in South Asia (i) (pdf) (Enfrentar el estigma y la discriminación por VIH en Asia meridional), describe cómo la vulnerabilidad frente a este virus y el riesgo de contraerlo siguen siendo altos a pesar de la prevención generalizada y otros esfuerzos destinados a reducir las conductas peligrosas (relaciones sexuales sin protección, compra y venta de sexo y uso de drogas inyectables, entre otras). Debido a que los esfuerzos por desarrollar una vacuna contra el SIDA todavía resultan infructuosos y al persistente impacto de la recesión mundial que restringe la ayuda de los donantes y los presupuestos que los países destinan a combatir este mal, cada vez es más evidente que el estigma y la discriminación son más que un motivo de pesar para los infectados, dicen expertos del Banco. Constituyen también motores clave para la ocurrencia de nuevos contagios, una tendencia que requiere urgente atención a nivel nacional. “La discriminación contra las personas de estos grupos marginales de alto riesgo es tan fuerte que creen que sus vidas no merecen ser protegidas ni prolongadas y dejan de buscar la prevención, tratamiento, atención y servicios de ayuda que necesitan para luchar contra la enfermedad”, explica la Dra. Mariam Claeson, coordinadora del Programa del Banco para Asia meridional y coautora del nuevo informe. “Hemos estado apoyando los esfuerzos para luchar contra los prejuicios sobre el VIH y el SIDA a nivel nacional y comunitario y que derriban los muros del miedo y la sospecha que envenenan la vida de las personas enfermas o en alto riesgo de contraer la enfermedad”. Un serio obstáculo para el desarrollo |
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